Durante la segunda guerra mundial los Nazis trataban de controlar, entre otros países, a Rusia, para apoderarse del petróleo, el cual se encontraba en la parte sur del país. Para llegar allá debían tomar una ciudad llamada Stalingrad.
La batalla resultó ser la más cruenta de todas, la ciudad no era una cualquiera, su nombre estaba compuesto de dos palabras, grad que significa ciudad en idioma eslavo y Stalin que era el nombre de la cabeza del gobierno ruso en ese momento. Es una estrategia militar común que se busquen las debilidades del enemigo, si es fuerte, se ataca la mente, así que ganar una ciudad representativa simbolizaba la derrota de todo el país. Stalingrad se hubiera vuelto un bastión psicológico. Los alemanes querían ganar la batalla de la mente antes que la campaña bélica. Los rusos lo sabían y enviaron a todos los que pudieron a defenderla y pelearon por más de cinco meses venciendo a los alemanes. Murieron alrededor de dos millones de personas de ambos bandos. Esa batalla fue decisiva para la derrota Nazi.
La biblia nos habla a los creyentes de bastiones psicológicos, porque la lucha contra el pecado es física y espiritual, pero inicia y se libra en la mente. 2 corintios 10:3-5 “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
Nada puede arrebatarnos de la mano de Dios, pero el enemigo todavía trata de engañarnos poniendo trampas y tentación. Debe haber una resistencia mental consciente y constante contra el pecado; porque la honra del nombre de Cristo está en juego.
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