Es un sistema generalmente de defensa con el que cuentan algunos insectos, animales y plantas, y consiste, pero no se limita a, la capacidad de cambiar su color, su olor, o el sonido que emiten, logrando camuflarse en el ambiente en el que se encuentran y pasar desapercibidos o ser evitados.
Algunos animales utilizan su capacidad de cambiar de color para regular su temperatura corporal; los colores claros enfrían al animal, los colores oscuros les permiten mantener la temperatura porque absorben el calor. Otros lo hacen para atraer pareja o para comunicarse entre sí.
El ejemplo más conocido de mimetismo de color es el camaleón, el cual tiene la piel transparente y su dermis está llena de células especiales que contienen pigmentos, que son los que nos dan el color a los humanos, a los animales y a las plantas. Las células se encogen o se expanden controladas por impulsos cerebrales liberando los pigmentos que se mezclan entre sí logrando diferentes colores y tonos.
Hay otras clases de mimetismo como por ejemplo el mimetismo batesiano, en el cual hay dos insectos casi idénticos entre sí, pero solo uno de los dos es venenoso, tiene aguijones, mal sabor, o algo que lo protege, mientras que el otro sólo tiene el parecido a la especie peligrosa como fuente de protección.
He notado que muchos cristianos modernos hacen uso del mimetismo batesiano, aparentan ser personas no salvas para no ser objeto de burlas o para ser aceptados, porque hablar y vivir como cristiano no es bien visto en un mundo en el que cada uno hace según mejor le parece. Los animo a mantenerse firmes y a recordar el consejo de Pedro de “Mantener entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación” (1Pedro 2:12 NVI).
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