Anteojeras

Los caballos tienen los ojos a los lados de su cabeza, lo que hace que su vista sea periférica, es decir que su rango de visión es mucho más amplio que el nuestro. Para explicarme un poco mejor, si tu extiendes tu mano hacia la izquierda con tu índice hacia arriba, mientras tu cabeza y mirada apuntan al frente notarás que no puedes ver tu dedo. Si un caballo mira al frente alcanza a ver hasta su cadera. Pero esa ventaja viene acompañada de desventajas, los caballos tienen un punto ciego justo en frente de ellos, no pueden ver nada que esté muy cerca de ellos por debajo del nivel de sus ojos incluyendo lo que comen.

El problema es que al acercarse rápidamente a un objeto, el objeto desaparece, y eso los asusta y tratan de tirarse para los lados o girar la cabeza para poder verlo, eso hace que se salgan de la dirección en la que van, es por lo que se inventaron las anteojeras, un predicador se dió cuenta que no podía hacer que su caballo bajara gradas (porque no podía ver hacia abajo), pero al cubrirle los ojos y guiarlo, el animal lo hacía sin problema. Desde entonces se utilizaron con los caballos de carrera para hacer que se mantuvieran enfocados en lo que tienen en frente y que permitieran la dirección del que los monta.

Los creyentes aunque no tenemos problema en ver lo que tenemos en frente por razón del pecado tendemos a salirnos del camino agradable a Dios, es por lo que el Señor nos coloca abundantes anteojeras espirituales en su palabra. Una de ellas es Proverbios 4:25-27 que dice: “Dirige la mirada hacia adelante; fíjate en lo que tienes delante de tus ojos. Piensa qué camino vas a seguir, y plántate firme en todos tus caminos. Apártate del mal. No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda.”

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