Etimológicamente es una palabra compuesta de dos palabras griegas, misos que significa odio y anthropos que significa humano, entonces su significado original es alguien que odia a los humanos. Pero no es común encontrar personas que odien a sus congéneres y por tanto su uso diario es un tanto diferente. El diccionario de la Real Academia Española de la lengua nos dice que es una persona que tiene aversión al trato con otras personas. Y eso es algo considerado socialmente aceptable.
La misantropía se ve con tal naturalidad que hoy día se puede hacer una búsqueda en internet de trabajos para misántropos, entre los cuales puede encontrar labores de conductor de camiones de larga distancia, guardia nocturno, cuidador de mascotas y repartidor de periódicos; hubo una de las ocupaciones que dejó sin palabras a su servidor y es la posición de escritor.
La misantropía puede excusarse sin dificultad como el comportamiento resultante de nuestras experiencias dolorosas por abuso físico. Psicológico, a raíz de maltrato verbal, prejuicio racial o étnico. Y hasta discriminación, por apariencia física, nivel económico, social o creencias religiosas. En términos espirituales la misantropía debe entenderse como parte de nuestra naturaleza caída. Lo opuesto a ella es el amor a los demás y comunión con ellos a pesar de nuestras diferencias. Jesús nuestro Salvador conocía a la perfección la maldad humana pero no optó por alejarse de la humanidad sino buscaba relacionarse con las personas y tener comunión con ellas. Marcos 2:15 “Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos; porque había muchos que le habían seguido.” Creer en Jesús nos da Su Espíritu el cual nos capacita para amar a los demás al punto de tener comunión con ellos a pesar de nuestras diferencias.
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